Nocturno y Elegía
Emilio Ballagas Si pregunta por mí, traza en el suelo una cruz de silencio y ceniza sobre el impuro nombre que padezco. Si pregunta por mí, di que me he muerto y que me pudro bajo las hormigas. Dile que soy la rama de un naranjo, la sencilla veleta de una torre. No le digas que lloro todavía acariciando el hueco de su ausencia donde su ciega estatua quedó impresa siempre al acecho de que el cuerpo vuelva. La carne es un laurel que canta y sufre y yo en vano esperé bajo su sombra. Ya es tarde. Soy un mudo pececillo. Si pregunta por mí dale estos ojos, estas grises palabras, estos dedos; y la gota de sangre en el pañuelo. Dile que me he perdido, que me he vuelto una oscura perdiz, un falso anillo o una orilla de juncos olvidados; dile que voy del azafrán al lirio. Dile que quise perpetuar sus labios, habitar el palacio de su frente. Navegar una noche en su cabellos. Aprender el color de sus pupilas y apagarme en su pecho suavemente, nocturnamente hundido, aleta...