Poema de Nicolás Guillén. Para hacer esta muralla, tráiganme todas las manos: Los negros, su manos negras, los blancos, sus blancas manos. Ay, una muralla que vaya desde la playa hasta el monte, desde el monte hasta la playa, bien, allá sobre el horizonte. ¡Tun, tun! ¿Quién es? Una rosa y un clavel... ¡Abre la muralla! ¡Tun, tun! ¿Quién es? El sable del coronel... ¡Cierra la muralla! ¡Tun, tun! ¿Quién es? La paloma y el laurel... ¡Abre la muralla! ¡Tun, tun! ¿Quién es? El alacrán y el ciempiés... ¡Cierra la muralla! Al corazón del amigo, abre la muralla; al veneno y al puñal, cierra la muralla; al mirto y la yerbabuena, abre la muralla; al diente de la serpiente, cierra la muralla; al ruiseñor en la flor, abre la muralla... Alcemos una muralla juntando todas las manos; los negros, sus manos negras, los blancos, sus blancas manos. Una muralla que vaya desde la playa hasta el monte, desde el monte hasta la playa, bien, allá sobre el horiz...