El sonido de la marejada llegaba hasta mi ventana. Era un verano muy caloroso y yo había abierto la ventana para airerar un poco. Estaba escribiendo una carta a mi comrade de Chile cuando alguien llamó a mi puerta. Era un hombre alto, franco, con sombrero de cartero. Cada día, en la mañana, en su bicicleta vieja él traía mi correo. Un día el llegó con mi correo, pero se quedó junto a la puerta como si quisira decir algo y alargó un libro de mi poesia para que escribiera un autógrafo. Como siempre yo escribí algo como "con los mejores votos de P.N.". No le di gran importancia a ese momento. Mas adelante yo entendí que aquel encuentro fue muy importante para él. Se llamaba Mario. Era hijo de un pescador. Su padre, su abuelo, el abuelo de su abuelo - todos eran pescadores. Mario no pudo. Una vez, cuando estabamos hablando de alguien, el dijo que la red pesquera la asociaba con la gran tristeza en el fondo de su alma. Era uno de los pocos en la isla que habían aprendido a leer. Esta sabiduría le regaló los dos intereses y amores más grandes: el amor a las metáforas y a una mujer.
Una vez estaba paseando cerca del océano y Mario me preguntó qué yo creía de las metáforas.
Yo respondí con un párrafo de la Oda al Mar:
Aquí en la isla
el mar
y cuánto mar
se sale de sí mismo
a cada rato,
dice que sí, que no,
que no, que no, que no,
dice que si, en azul,
en espuma, en galope,
dice que no, que no.
No puede estarse quieto,
me llamo mar, repite
pegando en una piedra
sin lograr convencerla,
entonces
con siete lenguas verdes
de siete perros verdes,
de siete tigres verdes,
de siete mares verdes,
la recorre, la besa,
la humedece
y se golpea el pecho
repitiendo su nombre.
Mario comparó mi poesia con un barco que se estaba bamboleada en las olas, con la morejada. Esta fue su primera metáfora. Desde entonces paseábamos frecuentemente, discutiendo sobre la vida de los pescadores, de la gente ordinaria, la poesía, las palabras.
Una vez irrumpió temprano en mi casa y con la voz temblando de emoción dijo que yo debía ayudarlo.
" ¿Qué pasó?"- le pregunté inquieta y, debo decir verdad, con algun nivel de curiosidad. "Estoy enamorado. Estoy enamorado y usted tiene que escribir un poema a ella", él respondió. "Su nombre es Beatriche. Beatriche.", - él continuó. Me rei de él, pero nosotros nos pusimos de acuerdo. Le regalé un cuaderno con mi autógrafo personal con el deseo de escribir todas las metáforas allí. Los dos estaban perdidos en su pasión, él estaba cautivado con su belleza, ella - con sus metáforas. Más tarde tuve la suerte de ser testigo en su boda. Una semana después yo partí a Chile y, tengo que reconocer que a mi pesar no escuché nada de ellos mucho tiempo.
Yo volví siete años más tarde, cuando entré en la casa donde había vivido antes, yo vi el niño de aproximadamente 6 años que estaba jugando a la pelota. Desde cocina yo oí: "¿Pablito, quién ha venido?". Beatriche salió. Yo vi la amargura, feliz, pena, una mezcla de emociones. Después, ella me dijo todo lo que había pasado antes. Italia tuvo muchos cambios. Los movimientos huelguísticos de los comunistas, las represiones políticas empezaron en todo el país, incluso en nuestra isla. Después de mi partida Mario se sintió triste, como si le hubieran cortado las alas. Más tarde Mario decidió noseguir con las manos cruzadas, sus ojos se le encandilaron con las ideas de la igualidad y la justicia. Participó en las entrevistas socialistas, publicó en los periodicos, etc. Una semana antes del nacimiento de Pablito Mario decidió participar en un mitin como poeta, el había escrito su primer poema (Oda al P.N). Toda su familia le pidió que no participara. No los escuchó, él siempre repetía que Pablo lo apoyaría. Durante el mitin los carabineros empezaron el tiroteo. Mario no volvío a casa ese día....
Daria Modina
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