Una infancia en Ucrania
Al final de la primavera yo y mi hermano esperábamos muy con ansiedad el momento cuando podríamos subir en un tren para ir al pueblo a casa de mis abuelos y mis tíos. Allí había animales domésticos, cerdos, vacas, gallinas, patos, gansos y además aprendíamos a montar en bici, a nadar y también a cuidar a los animales. Montábamos en bici alrededor del pueblo, entre campos de trigo y de maíz, de remolacha de azúcar. Recogíamos hierba o vegetales para dar de comer a los animales, especialmente para la vaca, que comía muchísimo, pero daba una leche muy sabrosa. Aprendí cómo hacer requesón, queso y mantequilla. También había algunos huertos, donde cultivaban patatas, tomates, pepinos y otras verduras. Allí el aíre era más limpio que en la ciudad y teníamos más libertad. Pescábamos casi cada día y en cualquier momento del día. Todo el tiempo jugábamos en la calle, volvíamos a casa solo para comer, o cuando pasaba algo insólito. La abuela era muy buena y si...