Los recuerdos felices
Cuando
era niñа, pasaba mucho tiempo con mis abuelos, por eso la mayoría de mis recuerdos felices está relacionada
con ellos.
En invierno pasaba con mis
abuelos en su piso cada fin de semana. En su casa me
permitían hacer todo que yo quería. Por eso, cinco minutos después de mi llegada,
toda la casa se convertía en el campo de juego. En todas partes estaban mis
juguetes y el cuarto de baño la bañera la llenaba de espuma. En la cocina
habitualmente preparábamos platos dulces y batidos diferentes, la abuela me
enseñaba a hacer pelmeni y a decorar pasteles con crema. Nunca
olvidaré los olores frescos de los pastelillos, de canela y chocolate caliente.
En el dormitorio construíamos castillos de diseño (Lego), y sus trozos se pueden
encontrar todavía en todas partes del piso. Aún me pregunto: ¿por qué no me irritaba
el desorden?
El piso de
mis abuelos estaba situado frente al circo nuevo. Por supuesto, veía todos los
espectáculos. Tan pronto como aparecía un nuevo programa, en seguida me
llevaban a la presentación.
Siempre paseábamos por el parque cerco
del circa donde podía montar en todos los aparatos.
Además allí había muchos animales y
entre ellos trabajaba mi burro favorito Kuzya.
Cada día él paseaba con los niños en un trineo sin cansarse. Era muy amable,
muy suave y simplemente adorable. Tenía
el color gris con cabellera y cola negra y sus grandes ojos siempre irradiaban
calidez y paciencia. Me gustaba mucho el burro y siemprele llevábamos algo de comer… es muy extraño, han
pasado muchos años y yo todavía lo recuerdo.
Y cada verano, de mayo a octubre vivía
en la casa de campo. De lunes a viernes yo estaba allí con mi bisabuela que me
amaba mucho. Inventábamos continuamente juegos diferentes y por tanto, no me parecía aburrido. Cada mañana jugábamos al restaurante, este juego era mi favorito: si el tiempo era bueno, poníamos
la mesa en la calle, elegía un plato de
la carta (que estaba preparada de antemano). Mientras la bisabuela hacía la
comida (mi pedido), yo podía ayudarla o dibujar. Luego nos la comíamos juntas
disfrutando del sol y los cantos de las
aves. Después del desayuno, yo construía castillos de
arena o ayudaba a la bisabuela en la
huerta. A menudo descansábamos en la hamaca y mi bisabuela me contaba o leía historias interesantes. En el mal tiempo comíamos en la casa, jugando
a las muñecas y mirando la tele. Cada viernes mis abuelos regresaban después
del trabajo y, a veces, llegaban mis padres. Entonces nuestra tranquilidad cambiaba por la diversión, risas
y alboroto. Los fines de semana íbamos
al lago para nadar bucear y tomar el sol. Además de esto, íbamos al bosque para
recoger setas y bayas. Con papá patinábamos
y con el abuelo montábamos en bicicleta. Por las tardes preparábamos una
brocheta y nos sentábamos juntos a la
fogata, cantábamos bajo la guitarra.
Ahora también me encanta la casa
de campo y en verano yo trato de pasar cada fin de semana allí con mi familia.
He tenido una infancia feliz, tengo mucho que recordar y sé
exactamente que infancia deben tener mis hijos.
Ivkina Anastasia
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