Érase una vez en Génova




Una vez en 2016 yo viajé con mi exnovia por Italia y nosotros nos pasamos unos días en la ciudad de Génova.
 En esa ciudad hay bastante gente desempleada de países africanos que gana dinero vendiendo  a los turistas diferentes mercancías y servicios. Por ejemplo, ellos venden pulseras africanas para los brazos, pequeñas figuras de animales africanos de madera, los platos de cerámica, etc.

Nuestro hotel estaba bastante cerca del puerto y nosotros siempre comprábamos esas cosas, más bien para pasar tranquilamente a través de la muchedumbre que por una intención fija o deseo. Al final de nuestra estancia en Génova habíamos comprado casi todo los artículos disponibles. 


Un día, cuando ya era bastante tarde, estábamos volviendo a nuestro hotel y fuimos detenidos por una persona que tenía la piel negra como el carbón. Él preguntó si nosotros queríamos  comprar una figura de un león. Yo respondí que no porque ya teníamos uno,  abrí mi mochila y se lo mostré. 


Inmediatamente él nos mostró un paraguas pintado, y mi exnovia le enseñó un paraguas casi igual. Después él tiró unas pulseras africanas y nosotros le  mostramos nuestras muñecas donde ya había pulseras semejantes.
El ese instante él cayó de rodillas y dijo que éramos unos buenos muchachos, que él estaba encantado de conocernos y quería que nosotros volviéramos pronto. Otros compañeros suyos en la calle comenzaron a aplaudir y a desearnos un buen viaje.

Nikolái Sugróbov

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