Diario de una Infeliz (II)



Marzo 12 de 1952.

Para distraer un poco mi mente pedí prestada una revista y me dispuse a leerla. Es una revista dedicada a la mujer. Empecé por la sección de cocina. SOPA DE CHAMPIGNON, TORTILLAS DE SETAS.
¿Para quién se escribe esto? ¿Es que los que redactan estas secciones de cocina, no saben que aquí en Cuba lo que abunda es la yuca, el boniato y los plátanos? ¿Por qué no se escriben recetas con productos cubanos?
¿No comprenden que estas revistas van a parar a las clases más humildes de la población? ¿Es que los pobres no podemos alimentarnos bien? ¿Por qué para alimentarse hay que recurrir a una serie de laterías que nadie sabe de qué rayos están hechas?
Como también, por casualidad, leí un día en un periódico de las grandes cualidades de la guayaba por su abundancia de vitamina B.
No he visto en ningún recetario de esos la receta para hacer un buen dulce de guayaba. Menos mal que la tradición o la intuición nos enseñan a hacer y comer el criollo dulce de guayaba que quizá nos ayuda a compensar la falta de vitaminas de otros alimentos que los pobres tenemos que comer en abundancia, por necesidad.
Dejo la cocina y paso a las modas.
 “PARIS LANZA SUS ABRIGOS DE PRIMAVERA” Cualquiera se pone en esta época en Cuba un abrigo aunque sea de Peterpán. ¡Con los calores que se están desatando en estos días! O yo no entiendo de finezas, o es que los cubanos no sabemos lo que somos, ni conocemos el país en que vivimos, o estamos todos de cabeza. Una revista para la mujer cubana y "SOPA DE CHAMPIGNON, SETAS y ABRIGOS DE PRIMAVERA”
Bueno, yo soy una pobre guajira. ¿Cómo voy a entender de esas cosas?
Leí la novela que la susodicha revista trae. Es una maravilla de estupidez. Lo peor de esto es que estas basuras las delicias de nuestras jovencitas. Lo que las hace ver la vida y el amor de  una forma tan ideal, que debe ser muy doloroso cuando la realidad de la vida llegue hasta ellas.
En estas noveluchas siempre se relatan las peripecias que pasan un hombre y una mujer hasta llegar a alcanzar el amor y la felicidad más grande que los mundos jamás vieron.
Siempre los personajes son bellos y ricos. A veces la muchacha es pobre. La cenicienta y el príncipe. A veces la cenicienta recibe una herencia inesperada. Después del dinero, llega el amor. Muchas de estas noveluchas se desarrollan en España. El pobre amante emigra a las Américas y regresa al cabo de pocos años con barco cargado de oro.
Y nosotros tantos años viviendo en América y al menos, yo, el único oro que he poseído en mi vida es el par de aretes que heredé de mi abuela.
Hay tanta belleza en la vida real. Si yo supiera escribir, contarla tantas bellas historias de amor que he visto
a mi alrededor. Contaría la historia de aquel dependiente de una tiendecita del barrio, que todos los domingos le llevaba a su novia en vez de dulces, un pequeño objeto para el futuro hogar.
Este domingo una cuchara, el siguiente un tenedor, y así semana tras semana, mes tras mes. Y para comprarlos él dejaba de fumar y hacía a pie el largo camino desde su casa al trabajo.
O contaría la historia de aquel zapaterito que se casó tan pobre, que ella le ayudaba a coser los zapatos, y mientras ella cosía, él clavaba y cantaba para entretener o dormir al niño.
Quizá estas historias no fueran tan interesantes para nuestras jovencitas, pero les enseñarían la vida con más claridad que estas NOVELAS que publican la mayor parte de las revistas dedicadas a la MUJER Y EL HOGAR.


 Carmen Lovelle

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