Recuerdos de mi juventud
Los años cada vez me alejan más de mi juventud, pero fue una época de mi vida muy divertida e importante.
Como
vivíamos en una ciudad del lejano norte, era casi obligatorio pasar cada
verano en un clima más cómodo y cálido. Teníamos vacaciones de
verano muy largas y estupendos. En eso tiempo conocí a toda mi familia
y a muchos amigos míos. Y, además, viajamos por todas partes de la antigua Unión
Soviética. Y por supuesto, contemplaba los paisajes maravillosos de
lugares por los que estábamos viajando.
Una parte
de nuestras vacaciones la pasábamos en la aldea de mis abuelos. Ese
precioso lugar está situado en las montañas de Altái. Hasta ahora una
parte de mis recuerdos de juventud están llenos de imágenes de la naturaleza divina que corresponden a esa época de mi vida.
Alrededor
del valle, en el que está situada la aldea de mis abuelos, suben a toda su altitud
las cimas de una cordillera, cubiertas permanentemente de nieve.
Todos
los días los pasaba al aire libre fuera dela casa de campo. De niño, los
animales domésticos me producían únicamente sentimientos positivos.
Lo más importante para mí era montar a caballo cada día. Mi tía Angelina
y su esposo Alejandro tenían caballos.
Como yo era pequeño, podía
pedirles directamente cualquier cosa. Me prestaron un caballo de 5 años
que se llamaba Carca, que en el ruso significa "de color marrón».Muchos años después entendí, porque eligieron ese animal para mí. En
realidad, casi todo, incluso la posibilidad de comprensión entre
cualquiera persona y caballo, depende de la similitud de sus
carácteres y particularidades.
Carca y yo nos entendíamos muy bien, y,
por lo tanto, tenía la posibilidad practicar equitación casi todo tiempo. Y,
además, Carca entendía mis gestos y mi mirada. Me gustaba mucho
el sentimiento de conexión preciosa con un animal vivo y amistoso.
Nos hicimos buenos amigos. Recorrimos casi por todo valle cercano y paseamos incluso por las cordilleras no tan altas.
Y,
además, por las mañanas me sentía feliz por las canciones de los pájaros, por el día me daba alegría
sentir los intensos olores de campo: de la hierba recién segada, de las
flores innumerables y de los árboles, y por supuesto, de los animales
domésticos.
Por lo consiguiente, en el tiempo
libre de equitación, me daba mucha alegría la posibilidad de contemplar los
paisajes de la naturaleza: los bosques centenarios, las
montañas cubiertas de nieve y los ríos de aguas frías y
transparentes.
Alexey Zyablitskiy
Комментарии
Отправить комментарий