Un huésped del Cáucaso
Cuando era pequeño mis padres me enviaban todos los veranos al Cáucaso, donde me quedaba en casa de mi primo y su familia. Vivían allí y mi primo conocía todos los lugares interesantes de la región de Mineralnye Vody y me llevaba con él a hacer travesuras. Mi primo es sólo seis meses mayor que yo y nosotros siempre teníamos intereses recíprocos. Después de pasar un tiempo en el Cáucaso solíamos venir a Moscú y pasábamos el resto del verano aquí juntos.
Una vez estábamos caminando por el Jardín Botánico de Moscú con mi primo, mi madre y mi abuela. Recuerdo que mi abuela me pasaba la mano por la cabeza cuando tocó algo extraño. Esta cosa crecía en mi cabeza. Todos comenzaron a estudiar lo que era. ¡Pronto se dieron cuenta de que la cosa tenía pequeñas patas! La cosa no se movía, pero mi madre y mi abuela estaban aterrorizadas porque entendían que ¡era una garrapata!
Rápidamente me llevaron al hospital para los niños. Allí los médicos miraron la garrapata y dijeron que estaba muerta. “Estos tipos de garrapatas” – dijeron – “no se encuentran en la región de Moscú ni en Rusia Central”. Mi madre les dijo que los dos niños habían regresado del Cáucaso. Estaba claro que la garrapata era del Cáucaso. Los dos mujeres se estuvieron aún más aterrorizadas cuando los médicos les dijeron que las garrapatas en el Cáucaso podían ser muy peligrosas. Causan una terrible enfermedad conocida como encefalitis.
Durante dos horas los médicos estuvieron operándome algo. Fue muy divertido porque yo no sentía dolor (ellos congelaron parte de mi cabeza), pero los días siguientes fueron muy nerviosos para mis padres porque estaban esperando el resultado del análisis del tipo de garrapata.
Todos estaban muy contentos cuando el análisis mostró que la garrapata no era peligrosa. Estaba claro que la garrapata se pegó a mí cuando estábamos caminando con mi primo en el bosque de montaña no muy lejos de la ciudad donde vivía mi primo. Yo tenía el pelo bastante largo y no noté nada hasta que mi abuela encontró la garrapata muerta en mi cabeza.
¡Yo era el héroe de aquel verano!
Eugenio Chernikov
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