El miedo tiene ojos grandes
Cuando era pequeña, el perro del vecino me mordió. No sé lo que pasó en ese momento, pero un perro siempre simpático se abalanzó sobre mí y me agarró la pierna. No voy a decir que fue muy doloroso, pero yo estaba muy asustaba de la sorpresa. A partir de entonces me quedó el miedo de que un perro pueda atacarme sin razón. Ya ha pasado mucho tiempo, pero todavía tengo él hábito de eludir a los perros. No es que yo tenga miedo a la muerte. Si un perro no me presta atención a mí, yo ni siquiera lo advierto y no siento miedo. Los perros pequeños yo los puedo incluso acariciar. Pero tan pronto como el perro me mira extrañamente, me presta especial atención, o, Dios no lo quiera, comienza a ladrar, mi corazón está en mi garganta y yo dejo de controlarme. Por desgracia, el segundo escenario ocurre con más frecuencia. No sé por qué, pero todos los perros respiran de forma desigual. Tal vez algunos quieren morderme, o puede que quieran jugar conmigo, pero casi todos me disting...