Amigos para siempre
Una
vez mi amiga me pidió que
la ayudara.
Tenía que viajar
por trabajo a una ciudad muy lejos en Rusia, pero no podía tomar su amigo consigo. Tampoco no podía dejarlo con nadie.
Ese
amigo se llamaba Malish. Tenía
cuatro patas, cola, bigotes y el pelo un poco rizado. Era un yorkshire terrier
muy pequeño
y divertido. Acababa de cumplir un año.
Tenía que pensar en la petición de mi amiga. La verdad es
que también
tengo un amigo con cuatro patas y una cola, se llama Chance, pero no es tan
pequeño
como Malish, es mayor de edad (tiene cuatro años) y no le gusta tener desconocidos en su
territorio. Pero con todo eso nos
decidimos intentar.
Al
principio Chance no entendía
que ocurría,
por que ocurría
y por ultimo cuando iba a
terminar. No había
síntomas ciertos
del comienzo de operaciones militares. Malish estaba un poco asustado, Chance
adoptó una posición de espera. Sin embargo, al día siguiente tomó conciencia que por lo visto tenía que esperar largo
tiempo. Durante la espera estratégica de Chance el otro perrito, Malish, ocupó ambas colchonetas y se apropió de todos los juguetes. Por eso Chance decidió actuar.
Primero
estudiaba la situación
cuando pasaba de largo cerca de Malish. Después intentó hacerse de su juguete favorito, pero sin éxito - Malish solía comerle a besos. No podía recurrir a la ayuda mía tampoco.
Esos
dos “amigos” se solían pasear juntos, pero siempre por los lados
distintos de la acera - lo que era muy difícil para mí. Durante uno de esos paseos un perro
inamistoso se acercó
a Malish. De repente Chance acudió en
ayuda, y los dos se unieron contra el enemigo común.
Después de ese incidente mis perritos se hicieron muy
buenos amigos: no se diputaban colchonetas o juguetes, no rateaban la comida uno al otro,
paseaban en harmonía
y muy divertidos. Cuando mi amiga vino a coger su perro, Malish no quería volver con ella y separarse de Chance.
Svieta Fetisova
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