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Сообщения за сентябрь, 2017

Diario de una Infeliz (Nace mi tío Eduardo)

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Enero 16 de 1953. El día dos del corriente mes me nació el otro hijo. Ha nacido con el pan debajo del brazo, porque ese mismo día empezó la zafra. Dicen las comadres supersticiosas que a los niños hay que ponerles el nombre que tienen por el almanaque porque de lo contrario pierden la gracia. A veces respeto las tradiciones y las supersticiones, pero ésta no la voy a respetar. Ni creo en eso tampoco. Le pondré a mi hijo Eduardo, como el difunto Chibás. En los últimos meses no he podido escribir en mi querido diario. Porque veo que las mujeres, cuando estamos a punto de ser madres, es cuando más cerca estamos de la bestialidad. No sé si me explico bien. Cuando una mujer está en estado de gestación, el instinto natural la obliga a cumplir sus necesidades corporales, y olvidarse de los problemas espirituales. Es la madre naturaleza la que protege a la criatura que se está formando. Últimamente, yo ni tan siquiera leo los periódicos. Dejaré de escribir también po

Diario de una Infeliz (Mi abuela predice el futuro)

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Septiembre 13 de 1952. La mujer es un animal de ideas cortas y cabellos largos. Yo, que tantas veces me he indignado al oír esta frase, ya creo que tuvo razón el que la dijo. Otras veces creo que más razón tuvo el que dijo que las mujeres son seres de más sentimientos que pensamientos. Porque debemos dejarnos llevar por nuestros sentimientos, porque los pensamientos nos pueden hacer mucho daño. ¿Que nos viene un hijo? Con cuánto amor nos prepararemos a recibirlo. Si es varón, será bueno e inteligente como Martí. Si es hembra, será linda y dulce. ¡ Le gustará la música y aprenderá piano! ¡Es tan bello arrancar lindas melodías de ese instrumento! O será maestra, una maestra que amará a los niños y se afanará por darles a todos el pan de la enseñanza. Y con estas ilusiones se arrulla la espera. Pero hoy pobre mujer, no mires a tu derredor. Porque pueden morir tus dulces ilusiones. No contemples la miseria que acompañará a tu hijo desde antes de nacer. Quizás sea muy

Diario de una Infeliz (abuela preocupada por multiplicar peces y panes)

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Septiembre 10 de 1952. ¡Cómo duele pensar! Esta frase tengo que haberla leído en alguna parte, no recuerdo dónde. La lectura me hace asimilar conceptos que después no sé si son míos o los he leído alguna vez. Pero cuánta razón tuvo el que escribió estas palabras. ¡Cómo duele pensar...! Porque la idea de anular una vida que ya se agita en mis entrañas, me ha tenido sumida en tan hondos pensamientos que a veces creo que mi cerebro va a estallar. Como si la facultad de pensar, esa divina facultad que diferencia a los seres humanos de las bestias, fuera en ciertos casos una desgracia. No pensar, no atormentarse, pensar que las cosas son porque Dios las quiere así, y que nosotros, pobres criaturas humanas, tenemos que aceptar lo que ese Dios de conformidad nos quiere deparar. Pero me rebelo a esta idea, porque las injusticias que veo no son cosas de Dios, son cosas de los hombres. Porque si viene un ciclón y nos arrasa la casa, Dios lo quiso así y contra ese terrible p

Diario de una Infeliz (La religión de abuela)

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Septiembre 4 de 1952.  Hubo una gran fiesta en el cuartel, celebrando el día de hoy. ¡Q ué asco! Llegó tía Manuela trayéndome a Pepito. Tía Manuela, como su nombro lo indica, es gallega, como mi padre. Es curioso el efecto que una misma crianza ha producido en estos dos hermanos. Mi padre es anticatólico hasta la exageración. —    Por culpa de los curas yo vine de España sin saber leer, dice. Los muchachos de la aldea teníamos que trabajar muy duro durante todo el verano, y en los meses de invierno, cuando podíamos aprender algo, el cura nada más nos sabía enseñar catecismo. ¡Bribones! Ellos quieren tener al pueblo español sumido en la ignorancia para así poder gobernar mejor. Y ellos quisieron hacer en Cuba igual. Por mi parte, poco pueden prosperar porque no hay hijo mí que se bautice ni vaya a una escuela religiosa. Tampoco bautizo a nadie. ¡Al diablo con los curas! Que trabajen si quieren comer. Estas cosas ponen a tía Manuela fuera de sí, porque ella es una cala