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Сообщения за 2013

El miedo tiene ojos grandes

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Cuando era pequeña, el perro del vecino me mordió. No sé lo que pasó en ese momento, pero un perro siempre simpático se abalanzó sobre mí y me agarró la pierna. No voy a decir que fue muy doloroso, pero yo estaba muy asustaba de la sorpresa. A partir de entonces me quedó el miedo de que un perro pueda atacarme sin razón.   Ya ha pasado mucho tiempo, pero todavía tengo él hábito de eludir a los perros. No es que yo tenga miedo a la muerte. Si un perro no me presta atención a mí, yo ni siquiera lo advierto y no siento miedo. Los perros pequeños yo los puedo incluso acariciar. Pero tan pronto como el perro me mira extrañamente, me presta especial atención, o, Dios no lo quiera, comienza a ladrar, mi corazón está en mi garganta y yo dejo de controlarme. Por desgracia, el segundo escenario ocurre con más frecuencia. No sé por qué, pero todos los perros  respiran de forma desigual. Tal vez algunos quieren morderme, o puede que quieran jugar conmigo, pero casi todos me distinguen en la

Un momento en el que me quedé sin palabras.

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Estoy estudiando geofísica en la facultad de geología y nuestros estudiantes pueden hacer los trabajos de campo en verano para consolidar los conocimientos teóricos. Un verano fui a trabajar en Zabaikalie. Nosotros vivíamos en el campo, pero no estaba preocupada porque había vivido en   tiendas  de campaña muchas veces. Especialmente que estas tiendas de campaña eran militares – muy grandes. Habíamos construido  las tarimas de  tablas de altura de 50 centímetros   para usarlas como camas.  Pero todas nuestras pertenencias se quedaron en el suelo. El campo estaba situado en un valle entre las montañas a la orilla de un arroyo. Pero una vez el arroyo se convirtió en un río. Este sucedió en la noche cuando todos estábamos durmiendo. ¡En medio de la noche nuestro jefe irrumpió en la tienda de campaña en calzoncillos y con botas de agua! El gritó solo: “¡ Inundación! ¡Inundación!”. A l principio no podía entender lo que quería decirnos. ¡Solo después de mirar hacia  el sue

Vacaciones terroríficas.

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Esta historia ocurrió un día agradable cuando mi madre y yo pasábamos las vacaciones en la casa de su amiga. Tenía once años . Paseamos delante de un lago pequeño donde siempre había muchas flores y muchos animales pequeños como ratones, lagartos y topos. Después volvimos a la casa. Había seis personas en la casa – la amiga de mi madre, su marido, sus dos hijos - un niño y una niña, mi madre y yo.   El marido de la amiga de mi mama nos dejó por toda la tarde porque tenía que ir a trabajar al día siguiente. Así que esa noche la tuvimos que pasar solos. La tarde la pasamos jugando a las cartas y charlando en casa sobre la vida. Después nos fuimos a las camas.   Estaba durmiendo en el segundo piso de la casa cuando de repente oí un extraño ruido desde abajo. Abrí los ojos y luego  oí un grito. Eso fue definitivamente un grito de  mujer y después ya dos mujeres estaban gritando. Bajé las escaleras, alguien encendió la luz y vi lo siguiente: tanto mi madre como  su amiga

Historia de mis vacaciones en España.

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El año pasado   yo   estaba de vacaciones   en   España.   Yo estaba con mi   esposa y mi hija.   Vivíamos en   una pequeña localidad de   La Manga   de Mar   Menor.   Todos los días íbamos a comer en   diferentes   restaurantes.   Uno de los   restaurantes estaba cerca del   mar y nos gustó especialmente.   Empezamos a ir   allí todo el tiempo.   Cada vez   que íbamos hablábamos   en voz alta    en ruso.   Con el camarero   nos comunicábamos   con gestos.   El   camarero no sabía   Inglés   y nosotros no   hablábamos   español.   Esto no nos impidió comer dos veces.   Llegamos   al restaurante   por tercera vez.   Nos sirvió   el mismo camarero.   Nos vio   y gritó   con alegría:  " ¡Ahora entiendo de  dónde eres!  ¡ Eres  portugués!"   Nunca pensé   que un español   podría pensar que   el idioma ruso   es  portugués. Nos reímos mucho . En Rusia, en general,   piensan   que el español   y el portugués   son muy similares,   como el ruso   y el   ucraniano.   Esta

Tres novelas cortas sobre mi viaje a Vietnam.

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1.         Cuando llegamos a hotel ya estaba todo oscuro. Nos alojamos en una cabaña enfrente del mar y escuchamos el ruido  de las olas grandes. Fui a ver el mar y llegué a la playa. La encontré muy estrecha, la arena estaba con montículos y cubierta con una vieja membrana plástica con bordes  que se movían en las olas. Incluso las sombrillas estaban dentro del agua a  tres o cuatro metros de la línea del oleaje. Creí que habíamos viajado  allí en vano.  Cuando volví a la cabaña le dije a mi mujer que la playa se la había llevado el mar y no había ni un trocito  para tomar el sol. Nos acostamos apenados. A la mañana siguiente nos levantamos y escuchamos que el ruido había desaparecido. Vimos el mar calmo, el cielo claro, el sol cariñoso y  la playa (¡milagro!) se había convertido en una playa muy ancha. ¡Estaba muy asombrado! Primero no pude concebir lo que ocurrió.  Y  después me acordé de que existía la  marea baja… 2.         Había una pobre aldea de pescadores ce
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Roma, 2009.  En junio de 2009 mis amigos y yo por primera vez viajamos a Roma por un fin de semana. Ninguno de nosotros  había estado antes allí.  El vuelo de nosotros era de noche, llegamos a las seis de la mañana a Roma, dejamos las cosas en el hotel y enseguida, sin descanso, nos fuimos a la playa. Todo el día andamos por lugares diferentes y en resumen nos encontramos por la noche en un restaurante cerca del Coliseo. En este restaurante nosotros tomamos unas copas y solamente a medianoche decidimos ir al hotel a pie. Según nuestros cálculos el hotel estaba a unos 10-15   minutos a pie del restaurante. Sin embargo, cuando pasaron ya unos 40 minutos y no habíamos llegado al hotel, comprendimos que nos habíamos perdido. Además no sabíamos ni el teléfono del hotel, ni el teléfono del taxi, no sabíamos siquiera la dirección del hotel, solamente su nombre. Puesto que llevábamos sin dormir más de 24 horas, uno de mis amigos, que se llamaba Den, comenzó a dormirse de pie. N

Algo más que una bicicleta.

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Cada verano de mi infancia yo, mi hermano y mi primo lo pasábamos  en un pueblo donde nació mi madre y donde vivía mi abuelita. Todos los habitantes de lugar sabían  que habíamos llegado porque nuestra abuelita decía con orgullo que habían llegado sus nietos de Moscú para ayudarle en la hacienda. Claro que llegábamos no sólo para trabajar, mejor dicho, para descansar antes de la escuela. En aquella época no había muchas cosas que tienen los niños de hoy. No jugábamos con un ordenador, no había  Internet y por la tele era bastante difícil encontrar algo interesante para los niños. Por eso pasábamos la mayor parte del tiempo al aire libre jugando y paseando. Aquel verano mirando a mis hermanes mayores decidí aprender  a montar en la bicicleta. Con mucho orgullo me entregaron una bici que se llamaba «Druzhok» (amiguito en español), la cual me “pasó en propiedad por  herencia” de mi hermano mayor y a él del otro hermano mayor (somos tres hermanos, y yo soy menor de los tres). La b

El mundo es un pañuelo.

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Cuando estudiaba en la Universidad, me alojaba en la residencia de estudiantes, en una habitación con la chica de Orel. Nos hicimos las mejores amigas de una vez. Teníamos mucho en común, además mis parientes vivían en Orel  también. Un día mi amiga mi preguntó dónde estaba situado la casa de mis parientes.  Respondí  que no recordaba… en algún sitio que se llamaba Mikrorayon. “O, mi tía vive allí” - exclamó mi amiga. Con el tiempo olvidamos  esa conversación. Algunos años más tarde yo hice una visita a Orel y de nuevo volvimos a este tema. Aclaramos que nuestros parientes habitaban en la misma calle… Yo había descrito  la casa y comprendimos que ¡la casa era la misma también! Esto se hacia interesante... Incluso yo telefoneé a mis padres para saber el número del apartamento de mis parientes. El número era 127. Y la tía de mi amiga vivía en al apartamento 128. Resultó que nuestras tías ya hace tiempo se contaban una a otra sobre sus sobrinas que estudiaban en la Universidad de

Las dificultades de la traducción.

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Es una historia que me pasó a mi en Cádiz donde fuimos con una amiga Septiembre pasado. Tengo que notar que a mi me encantó Cádiz, especialmente el océano, la gente muy amable, sus calles muy estrechas y calor que hacía. Cada día pasamos mucho tiempo en busca del camino por llegar al lugar en que queríamos. Ya lo sé porqué las mapas son libres y siempre hay en kioscos turísticos. Es increíble como duro es navigar en Cádiz!! Pero mi historia no es sobre eso. Estuve disfrutando cada minuto que había pasado allí. Y al fin del viaje cuando estábamos eligiendo los regalitos por nuestros amigos y compañeros de trabajo, encontré un libro de la historia de Cádiz. Me pareció genial que por fin vaya a saber un poco de historia de la cuidad que es muy difícil y interesante. El libro fue cerrado y no podía ver el contenido. Fue muy feliz porque ya encontré algo muy especial hecho en Cádiz -el mejor recuerdo! Pues entonces cuando lleguemos al nuestro hotel abrí el li

Perdida en las montañas.

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Quiero contar la historia de mi primer viaje a unas montañas. Yo y dos  amigas mías decidimos esquiar en los Alpes. Mis amigas sabían esquiar bien porque habían estado en las montañas muchas veces. Hasta aquel momento yo había esquiado una o dos veces en Moscú. Cuando subimos por el teleférico en las montañas yo vi la belleza de la naturaleza. Había el sol, la nieve brillaba, estaba muy contenta. Yo y mis amigas esquiábamos juntas, pero un momento más tarde ellas se fueron y las perdí. Me quedé sola. ¡Qué horror! Tenía mucho miedo. Me oriento mal en el espacio. Aquel momento no comprendía en qué parte de la montaña yo estaba porque habían muchas pistas para esquiar. Me dije: “¡Tranquila! ¡Piensa!”. Yo vi una cafetería un poco debajo de la montaña,  y fui allí. Afortunadamente había un mapa de la montaña en la cafetería. Yo pregunté a un hombre: “¿Dónde estamos?”, él me lo enseñó y entonces comprendí dónde estaba el camino al hotel. Ese día no esquié más, volví al hotel

"La rama verde".

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Cuando era pequeño, me ocurrió una cosa alegre y al mismo tiempo un poco triste. Yo estudiaba en la escuela. Como de costumbre, antes de salir, mi madre me preparó la comida. Durante del desayuno hablábamos sobre mis notas, asignaturas etc. De repente le pregunté a mi madre si te dolía cuando te rompías un brazo. Me contestó: "Si quieres, pruébalo". Después de la comida, salí de casa y fui hacia a la escuela. Como siempre, antes de entrar en clase, mis amigos y yo, fugábamos en la cancha junto a la escuela. Subí a un obstáculo e intenté saltar a otro. Pero, desgraciadamente, sufrí un fracaso y me caí. Sentí un dolor ligero. Me levanté, limpié mi traje y fui a la escuela. Si no me equivoco, era  viernes. Teníamos clases difíciles, también teníamos que escribir un dictado. Cuando volví a casa, conté todo a mi madre. Como era médica, miró mi brazo con cuidado y lo tocó. Después me dijo que podía ser mi brazo se había roto. Nosotros fuimos al hospital para hacer una

Cuarto de colores.

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Cuando era pequeña, era una chica muy traviesa. Una vez cuando tenía tres años mi madre me pidió ayudarle a limpiar nuestra casa: limpiar los espejos  en su dormitorio y poner orden en el armario. ¡Quería ayudarle con mucho gusto! Me pareció que su dormitorio era aburrido, todo era de color blanco. Decidí hacer una sorpresa a mi madre y decorar su habitación. Como no sabía pintar y no tenía acuarela, tomé la decisión de usar las cosas de diferentes colores que podía encontrar alrededor. Antes de empezar a hacer la limpieza había tenido el almuerzo y había visto en el frigorífico  condimentos diferentes de colores muy bonitos y brillantes. Se me ocurrió la idea genial de colorear el dormitorio de mis padres con esos condimentos. Al final me gustó mucho : la habitación se convirtió en un lugar muy bonito, la cama era de color rojo (del Ketchup) y las paredes de  colores verde y rosado (de la mostaza y del rábano con tomates). Después decidí lavar los espejos. Desgraciadamente

Objeto Volador No Identificado.

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Este suceso extraordinario me pasó en los años cuando estudiaba en el instituto . En aquella época yo vivía en una ciudad de los Urales, que en aquellos días se llamaba Sverdlovsk. Nuestro instituto tenía habitaciones especiales donde los estudiantes alquilaban el equipo y el espacio para dibujar. Las salas se cerraban muy tarde y los estudiantes apenas podían coger el último bus. Aquel día estuve haciendo los dibujos para mi diploma hasta la noche. Cuando la sala se cerró un gran grupo de estudiantes estaba en una parada de autobús. No me gusta esperar en vano, y fui del pie a la siguiente parada. Casi   llegué a ella cuando los estudiantes     que estaban en la parada precedente de autobús aparecieron alrededor de la esquina. Estaban corriendo y señalando con sus manos al cielo   entre dos edificios y gritando: « Mira, vuela, flota ..... mira» Sus caras expresaban todas las emociones a la vez: el miedo, la sorpresa, la confusión, la alegría. Cuando vi lo que pasaba, me que

Taller literario del Cervantes de Moscú.

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Les recomiendo el taller liteario, esta vez con un tema muy actual, la literatura del futuro.

Los gustos y olores de mi infancia.

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Cuando era pequeño,   cada verano estaba en casa de campo, donde mi abuelo tenía un samovar para hacer el té. Cada mañana mi abuelo se levantaba temprano y ante todo iba al patio y encendía el samovar. Yo me levantaba unos minutos más tarde y iba afuera para encender el samovar con mi abuelo, porque me gustaba mucho hacerlo y me gustaba oler el humo, que iba de la chimenea. Y desde entonces me gusta el olor del humo de una hoguera. Ahora cuando voy a la casa de campo, yo quemo una hoguera (y me gusta encender hogueras también), lo que me recuerda mi infancia. El otro olor que me gusta desde mi infancia es el olor de la kerosene de un avión. Cuando era pequeño (y cuando estubiaba en la escuela también) mis padres me llevaban de vacaciones a Turquía cada año. Por eso me gusta el olor del kerosene y el   sonido del avión desde mi infancia.   Y por la misma razón un avión para mi está relacionado con las vacaciones. Me gusta volar en el avión, pero me da un poco de miedo.      Ale

Dmitry Lijachev.

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La persona genial que yo elegí para dar el premio mundial es Dmitry Lijachev,  gran científico ruso, especialista en cultura y filología, quien en sus ultimos anos  fue el presidente de la Academia Rusa de Ciencia. El fue nuesto contemporáneo y realizó muchísimos descubrimientos importantes para sociedad de nuestro país y la humanidad en general. Nació en 1906 en San Petersburgo y murió en 1999 cuando tenía 92 años. Su vida estaba unida con la historia de nuestra país directamente, por ejemplo cuando tenía 22 anos fue encarcelado por 5 años en Solovki sin ninguna razón adecuada. Después siguió trabajando  e investigando la cultura y la historia Rusa Antigua con mucha suerte.  Después de la Segunda Guerra Mundial publicó muchos libros sobre la Cultura Rusa Antigua y  obtuvo muchísimos premios por sus invegaciones sobre este tema. Eran premios de Stalin y otros premios prestigiosos de la Unión Soviética. Fue un estudioso de la antropologia e influlló en su desarrollo en Rusia. Fue

Un recuerdo de mi infancia.

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Durante el putch de 1993 yo tenía doce años y estudiaba en sexto grado. En aquella época no entendía nada en la política, pero recuerdo que mis padres estaban bastante preocupados. Cuando las tropas y los tanques entraron en el centro de Moscú, pensábamos que iba a comenzar la guerra civil. Ahora entiendo que aquella situación era muy peligrosa, pero entonces para mí era un poco romántica. Un día invité a mi amiga de clase a comer y hacer los deberes en mi casa porque nuestros padres pensaban que para nosotras era más seguro estar juntas. Cuando estudiábamos, de repente oímos los sonidos de disparos en la calle y nos escondimos debajo de la cama. Pensamos que alguien había disparado y de casualidad la bala pudo dar en la ventana y matarnos. La verdad era que habían sido petardos. Pero yo estaba muy feliz porque había salvado a mi amiga. Liudmila Esipova

El día histórico que recuerdo.

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Ese día recuerdo muy bien. En aquella época vivía en Canadá, en Toronto y trabajaba en la torre CN. Como no ganaba mucho dinero, quería cambiar de trabajo. Aquel mismo día tenía una entrevista de trabajo en una pequeña empresa situada en las afueras de Toronto. Como esa empresa estaba bastante lejos del barrio donde vivía, tuve que levantarme muy temprano y salir de mi casa a las 7 de la mañana. Recuerdo que fui a la entrevista en metro y en autobús y que el camino me pareció muy largo. Llegué al barrio de mi entrevista unos veinte minutos antes y paseé un poco por allí. El barrio me pareció bastante agradable y rico porque tenía muchas oficinas de abogados y coches de lujo como Ferrari aparcados cerca de ellas. También había muchas tiendas de antigüedades. Unos diez o cinco minutos antes de la entrevista entré en la oficina que necesitaba. La secretaria estaba sentada mirando la tele. El canal CNN ponía las noticias en el tiempo real. Unos minutos después de mi lle

Sopa de pepinos salados ("rassolnik").

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Ingredientes: Un kilo de carne de vaca 2 zanahorias ¼ de kilo de pepinos salados 3 patatas 50 gramos de cebada perlada La carne cortada se pone a cocer pon pepinos cortados y la cebada perlada. Se añade sal y pimienta a gusto. Dentro de 40 minutos se pones las zanahorias y las patatas. Se cuece 20 minutos más. Cuando como esta sopa hoy en día, siempre llegan los recuerdos de mi infancia. Son muy agradables y me causan nostalgia. Es que cuando era pequeña, mi abuela preparaba esta sopa cada vez que yo iba a nuestra casa de campo. Recuerdo ahora cómo, después de haber paseado todo el día por el bosque, al llegar a la casa yo percibía desde la puerta el olor de la sopa de pepinos salados. Estaba muy cansada, pero feliz tras un día lleno de impresiones nuevas, y tenía habitualmente mucha hambre. Me sentaba al lado de la estufa caliente y escuchaba el sonido de la lluvia en la calle y observaba como mi abuela terminaba de preparar la cena. Actualmente preparamo

Una vez más sobre el oso Misha.

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  Para mí existen sonidos que evocan recuerdos muy tiernos. En primer lugar está el sonido de las medallas de mi abuela, que participó en la Gran Guerra Patria. Se las ponía el 9 de mayo y en otras fiestas oficiales. Las medallas estaban en su chaqueta y cuando ella se movía, las medallas chocaban unas con otras y este era el mejor sonido de mi vida. Mi abuela era una persona muy importante para mí. Otro sonido es una canción soviética que me provoca lágrimas cada vez que la escucho. Es el himno en los Juegos Olímpicos de 1980 en Moscú. Se llama “Oso olímpico”, porque el oso Misha era el símbolo de las olimpiadas. Durante la clausura del evento, cuando el oso sonriente se alzó al cielo en el estadio de Luzhniki, todos pudieron escuchar esta canción por primera vez. Es el recuerdo más emocionante de mi infancia, escuchar esta melodía siempre me hace sentir nostalgia por ese tiempo maravilloso. Vavilova Alejandra.

Recuerdos del pueblo.

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Tengo muy mala memoria de olores y sabores. Pero hay algunos platos que evocan algo en mi mente. Por ejemplo, tengo un recuerdo muy claro de los desayunos en casa de mi abuela. Ella siempre ponía una porción de mantequilla en mi plato de papilla y hacía unas sendas en la papilla del centro hacia los bordes del plato. La mantequilla se derretía y corría por las sendas. Al fin y al cabo en mi plato aparecía un sol. Otro recuerdo que tengo es el olor a tierra en el pueblo donde vivía mi abuela. Mi hermano y yo siempre la visitábamos en verano, cuando hacía mucho calor. La tierra se calentaba al sol y tenía un olor muy especial. Ahora este olor me evoca los recuerdos del tiempo excelente que pasé en ese pueblo. ¡Qué pena que casi nunca percibo ese olor en la ciudad! Yana Gayzer

Recuerdos de mi casa de campo.

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Tengo algunos recuerdos de los olores y sabores de mi infancia. Cuando era pequeña, mi abuela cultivaba tomates en la casa de campo. Ella los recogía cuando no estaban maduros todavía y los ponía en un cajón debajo de la escalera. Los tomates maduraban allí. Me gustaba abrir el cajón, porque sentía un olor maravilloso, de tomates frescos. También recuerdo las hogueras que hacían en la casa de campo. Por las tardes mi familia y muchos vecinos encendían una para preparar carne o para quemar el follaje. Asocio con mi infancia además el sabor del pan frito, mi abuela a menudo lo cocinaba para el desayuno. Ella freía el pan en una sartén con mantequilla, y este plato frugal me gustaba mucho. Eugenia Sagalataya

Las fresas y los duraznos de mi infancia.

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De mi infancia recuerdo el olor a frambuesa en nuestro jardín. Cuando era pequeño mi abuela plantaba muchas verduras y frutas allí. En verano me gustaba salir de casa y recoger frambuesas. Las bayas estaban calientes. Yo debía recogerlas y ponerlas en una cubeta pequeña, pero en vez de ponerlas en la cubeta me las comía. Otro recuerdo de mi infancia es el sabor de los duraznos. Yo estaba en una ciudad costera cerca de la costa del mar Negro. Recuerdo la habitación donde nos alojamos durante nuestra estancia en esa ciudad. Yo estaba en la cama, leyendo un libro. La tarde era muy calurosa. Por la ventana se podía ver el atardecer, que era precioso. El libro estaba en el suelo enfrente de mis ojos, yo mordía un durazno y el jugo caía en las páginas de mi libro. El sabor del durazno es desde entonces mi sabor favorito. Igor Testoyedov

Frente a un espejo.

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Antes yo era muy intolerante. Si alguien no me gustaba o yo creía que alguien no tenía razón, yo nunca lo ocultaba, nunca intentaba escuchar y comprender las opiniones de otras personas. Habitualmente la gente no se ponía a discutir conmigo y me dejaba sola. Me quedaba muy solitaria y desilusionada. Hasta que un día conocí a una chica que me pareció más insoportable que los demás. Ella siempre tenía su propia opinión sobre todo y la manifestaba sin escuchar a nadie. Empecé a odiarla, no quería reconocer que a veces su opinión era muy interesante y fundamentada. Un día comprendí que el comportamiento de esa chica y el mío eran iguales. Era como mirarme en el espejo y ver mi propio reflejo. Sentí vergüenza de mis palabras sabihondas y de mi comportamiento insoportable, de mis limitaciones. Dejé de juzgar a primera vista, empecé a escuchar a la gente atentamente para comprender la idea con lujo de detalles. La chica que yo odiaba se ha convertido en una de mis mejores amigas, resultó

Sabores y olores de mi infancia.

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Cuando era niña toda mi familia estaba junta. Mi mamá, papá, mi hermanito, mis abuelos y mis abuelas. Tengo muchos recuerdos de mi infancia. Voy a contar sobre algunos de ellos. A mi papá le gustaba preparar el desayuno para nosotras, y con frecuencia el cocinaba crepés por la mañana. Recuerdo   que antes de que yo me despertara, yo sentía ese olor, y ya   sabia que mi papá preparaba algo muy sabroso, que a mi me gustaba mucho. Todavía a veces mi papa lo hace.    Mi abuela siempre en cumpleaños de mi papa hacía una torta Napoleón. Y cuando yo como napoleón, este sabor me recuerda los cumpleaños de mi papa y mi abuela. Cuando era niña a mi abuela y abuelo vivieron un año en Perú, me mandaba unas bolitas de chicle de diferentes colores, ¡ese sabor yo recuerdo bien! También me mandaron un   oso de gummi, es un dulce como un chicle, pero se puede comer. A veces los compro ahora y este oso me recuerda   mi infancia. El olor de las flores peonía me recuerda el verano en casa

La infancia de Vlad.

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Cuando era pequeño, mis padres y yo pasábamos mucho tiempo con nuestros parientes, especialmente con mis tíos. En aquella época teníamos más reuniones familiares que ahora. Requerdo que normalmente celebrábamos casi todas las fiestas como el Año Nuevo, el Siete de Noviembre o el Primero de Mayo en la casa de mis tíos. Mucha gente solía participar en aquellas reuniones. También recuerdo a mis primos numerosos, porque tenía muy buenas relaciones con ellos. Normalmente los niños estaban sentados aparte de los adultos, alrededor de una mesa pequeña. Después de la comida, jugábamos en otra habitacíon. Durante estas reuniones la gente hacía regalos, comía, bebía y disfrutaba de la compañía agradable. Los adultos discutían   las últimas noticias, deportes, política y otros temas que no nos parecían interesantes. Por supuesto, como éramos niños, nuestros juegos y entretenimientos eran mucho más importantes para nosotros.       ¡Aquellos días eran buenísimos!  
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El sonido de la marejada llegaba hasta mi ventana. Era un verano muy caloroso y yo había abierto la ventana  para airerar un poco.  Estaba escribiendo  una carta a mi comrade de Chile cuando alguien llamó a mi puerta. Era un hombre alto,  franco,  con sombrero de cartero.  Cada día, en la mañana, en su bicicleta  vieja él traía mi correo. Un día el llegó con mi correo, pero se quedó junto a la puerta como si quisira decir algo y alargó un libro de mi poesia para que escribiera un autógrafo. Como siempre yo escribí algo como "con los mejores votos de P.N.".  No le di gran importancia a ese momento. Mas adelante yo entendí que aquel encuentro fue muy importante para él. Se llamaba Mario. Era  hijo de un pescador. Su padre, su abuelo, el abuelo de su abuelo - todos eran pescadores. Mario no pudo. Una vez, cuando estabamos hablando de alguien, el dijo que la red pesquera la asociaba con la gran tristeza en el fondo de su alma. Era uno de los pocos  en la isla que habían apr