Mi infancia en la casa de campo
Cada verano de mi
infancia lo pasaba en la casa de campo con mis abuelos y mi prima menor. Fueron
veranos ardientes e infinitos. Entre los vecinos casi no había niños de
nuestra edad. Por esa razón pasábamos todo el tiempo juntas, jugando y
montando las bicis. Es una inclusión muy especial que aparece entre dos
personas después de pasar mucho tiempo juntas sin nada que hacer.
Veíamos la casa y
el jardín como un mundo muy especial. Para no aburrirnos tanto teníamos que
inventar juegos. Cada día cambiábamos de personalidad: princesas, hadas,
brujas, personajes de las películas variadas. Los adultos siempre eran nuestros
enemigos y nos escondíamos de ellos como si fuéramosespías.
En los momentos de crisis
creativa veíamos la tele. Esa actividad incluía un juego también. Teníamos que
decir muy rápido el personaje que veíamos y la primera podía ser este
personaje. La segunda tenía que elegir uno de los demás. En calidad de prima mayor, yo
siempre tenía el mejor personaje – una hada o una princesa.
Como la prima mayor,
a menudo me pasaba con mi prima menor. La asustaba con historias
de miedo por la noche, le conté que el Papá Noel no existía y muchas cosas
más. Por encima tenía una exclusiva de ver las series para los “adultos”, “Scrubs”
por ejemplo.
Para los
cumpleaños de nuestra abuela siempre hacíamos un concierto. Era un proyecto muy
grande y necesitaba mucha preparación: bailes por aprender, las piezas por ensayar.
Era el proyecto final del verano. Al final de las vacaciones
estábamos muy cansadas una de otra. Pero el próximo verano estábamos impacientes por vernos otra vez.
Kozlova Antonina
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