Historia de una cámara.


Parece que objetos y cosas no animados no pueden hablar. Es verdad que ellos son testigos de acontecimientos trágicos y cómicos, dramáticos y divertidos. Vamos escuchar esa cámara. ¿Qué ella podría contar?

Yo fui regalada a una chica que se llama Alejandra. Desde su infancia a ella le gustaba mucho observar las mariposas, escarabajos, pájaros, animales. Todos consideraban que ella sería bióloga. Cuando Alejandra tenía 16 años, su padre compró una cámara Leika – una maravillosa cámara profesional, y la regaló  a su hija. Al principio ella hacía fotografías de insectos y animales. Después de terminar la escuela Alejandra empezó a estudiar periodismo. Estudiaba muy bien. Fue la mejor estudiante en su curso. Los padres pensaban que ella empezaría su carrera como periodista  en alguna editorial bióloga o revista, como Nacional Geografic. Pero el tiempo pasaba, y Alejandra se interesaba más y más por problemas sociales y políticos. Ella empezaba a visitar lugares dónde ocurrían acontecimientos importantes y peligrosos, tales como conflictos entre grupos étnicos o cataclismos   naturales. Ella hacía fotografías, las cuales todos admiraban por su realismo. Siempre yo estaba con ella. Me parecía que yo era una parte inalienable de la chica, casi una parte de su cuerpo. Además ella escribía artículos y reportajes que fueron captados muy rápido por headhunters que buscaban periodistas jóvenes y talentosos. Una de las mejores editoriales la invitó a ella a trabajar para la revista Time - edición muy famosa  y de más autoridad en el mundo. Nuestra vida era muy interesante y activa. Fuimos a los lugares más importantes, estábamos como testigos en acontecimientos como operación Tormenta en el desierto, el golpe de estado en Rusia, la primera guerra en Chechenia, terremotos, inundaciones en países diferentes etc. Cada fotógrafo profesional sabe cómo debe hacer luz o sombra, todos están motivados y aspiran a hacer una buena imagen. Pero Alejandra... Parecía que ella  tenía una capacidad innata de fijar el momento, hacer fotos diferentes a otras. Sin duda, tenía un talento extraordinario. Ese era no solo su  trabajo, sino una mezcla de pasión y sentido del deber. Recuerdo sus lágrimas, su risa, sus dedos y manos.

Todo terminó una vez en Afganistán, adónde nosotros habíamos venido para hacer un reportaje sobre la vida de los habitantes de un pueblo cerca de Kabul. Alejandra hablaba con las mujeres, los hombres, los niños, hizo muchas fotografías. Ella tenía un interés grande por vida en todas sus facetas. Nunca sentía miedo. Sentía el  dolor de la gente, compartía con ellos. Una bala perdida me rozó, me arañó y fue a dar en el pecho de Alejandra....
Olga Sklubovskaya

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